Con la llegada de la primavera aumentan las horas de luz y la temperatura, pero también los niveles de polen. Y ya sabemos lo que esto significa: molestias e incomodidad para los alérgicos. Debido a la situación tan extraordinaria en la que nos encontramos, es posible que te surja la duda de si los síntomas que sufres son debido a la alergia al polen o están relacionados con el coronavirus. La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica ha confirmado que ambos comparten algunos síntomas, por lo que es necesario aprender a distinguir las diferencias para evitar cualquier confusión.
Los síntomas de la alergia al polen suelen ser estornudos, congestión nasal, lagrimeo o picor de ojos, dolor de garganta y malestar general alrededor de la nariz. Por otro lado, las principales señales de alerta del Covid-19 son la fiebre, dolor de cabeza, tos contínua y pérdida del gusto o el olfato. Ambos comparten algunos síntomas, como la fatiga general, el dolor de cabeza o la tos, aunque pueden variar según el caso.
Por ejemplo, la tos causada por la alergia al polen surge debido al cosquilleo en la garganta y no a problemas respiratorios, por lo que es más leve y menos contínua. Pero hay otros síntomas que pueden crear confusión: los alérgicos pueden perder el olfato o sufrir un dolor de cabeza agudo por culpa de la congestión nasal.
La principal clave para distinguir ambas nos la da la previsibilidad de la alergia al polen: aquellos pacientes alérgicos están más que acostumbrados a sufrir sus síntomas y saben en qué intensidad se dan. Los síntomas de la alergia suele ser más leves y fluctúan a lo largo del día, a medida que los niveles de polen suben y bajan.
Otra diferencia fundamental entre ambas el la fiebre. La alergia al polen no causa fiebre o dolor muscular, dos de los síntomas del coronavirus. En su lugar, sufren picor en los ojos, oídos, garganta y nariz, unos síntomas que nada tienen que ver con el Covid-19, que sepamos.
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